Las tardes encogen y la noche se hace mansión. Lo de fuera, es viento que no mueve, silencio y silbido que llega a tientas arañando las ventanas. No hay dolores huecos cuando tu piel respira.
Lo inevitable es no volver. Quedar para siempre imantado en los barrios de la tristeza. Desciende la temperatura: es invierno en el llanto de las madres.