●INMERSIONES●
Del
todo abandonado al misterio
donde
desnudo alma al aire.
Desde
el cuerpo brazos abiertos;
secretos
escondites del mar más mío.
Ya
ronca el sueño su ruido coral:
pulmón
de branquia al viento de la sangre.
Cuando despierto,
hay un pez en la memoria de los ojos.
Desolado de lluvia.
Lugar sin sombra al gris encadenado.
Fiesta y aguacero, luz pequeña
adiestrada en la noche.
Desciende por tu mano, amor,
el equipaje.
Volvemos felices al reloj.
Para el bestiario que hierve dentro,
fieras con nombre.
Caja de caudales;
ríos para el frío necesario.
Estrago y torrente el tiempo.
Pieles amantes para desaparecer
en la Roma más cercana.
Un yo mayor,
y la belleza en ruinas.
Amar la luz.
Fundirse en el color
hasta agotarlo.
Árboles ardiendo, celebraciones;
temblor de Olmo en la séptima de Julio.
No es un sermón esta ebriedad; sólo palabra.
Serbal silvestre, manjar de moscas
bajo las copas cuando el crepúsculo.
Ya florecen los castaños bellezas indias:
cuerpos de ortopedia sobre colchones de piedra.
En el centro del cuadro hay un Ciprés.
Una sombra preparada para el ojo que mira.
ETERNAMENTE
Para el cielo tinta azul.
Luz para la creencia infalible de la pasión.
Algunos creen saber:
el paisaje sobre tus hombros avanza sin ellos.
El quinto lugar. La manzana de dios,
y su verde luminoso en boca.
Un vino para cada especie
pisado en la tumba del futuro.
Hágase la luz y el negocio.
Ardiendo desde el frío,
y en los ojos cristal y calentura.
Se hace pequeña la noche.
La muerte se cruza,
y cede el paso al siguiente.
Ajenos, los veraneantes de Julio
buscan en el mar otros cortejos.
Desde el mirador de lo imaginable
se ve la cueva.
Hay una parte iluminada
donde están los conocidos,
los que no se han ido del todo.
Dicen que la claridad se debilita dulce,
y oscurece.
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