PALACIO DE LA DISTANCIA, y otros poemas
PALACIO DE LA DISTANCIA
Cada vez que una mosca corona un vaso,
una gotera flota en tu risa de ayer.
En la escena:
el agua, la piedra,
y la costumbre.
Las pisadas descalzas de los que acabamos huyendo.
En la sana ebriedad
de la euforia y el fervor,
un nacimiento
cruza las líneas inéditas.
Para cada ser un nombre;
para cada hombre
un papel timbrado en el Registro.
Todos iguales.
Todos distintos
en la pureza de los números.
Por vía oral,
los besos que curan.
El amor es una cajita sin prospecto.
EL SOBRINO DEL RELOJERO
Hace un año de la ausencia,
de las horas
como agujas
que apuntaban
hacia el fin.
La eternidad es un reloj donde cabemos todos.
A, J.C.C
Dicen que fumaba mucho, Barceló;
que llevaba el sombrero en el aire,
y en la mano del miedo la maleta de los trucos.
De un golpe de tos,
colgaba un pulmón en la axila del humo.
De un puñado de tierra,
le llovían larvas de oro para abrigar el peso
del frío en los bolsillos.
Cuando mi padre cuenta su magia,
en sus ojos brilla el milagro irracional de la alegría.
De seda.
Espuela que bate las alas
para no perder el nido.
Presa de otras penurias,
alimento en el silencio
de la escasez.
Llega la madre. La muerte retrocede.
Llama a llama,
hasta que ardan
los zapatos.
Caminar. Volver al sendero
con la sed del agua intacta,
aunque el caño se divise inalcanzable.
Del incendio del tiempo se sale descalzo.
Se acostumbraron
al viento de
Levante
de los herederos;
al silencio ruidoso
de la cruz
cuando es
cruzada.
Sigue en pie
la casa del amor,
aunque muchos
no tengan sepultura.
En esta cacería,
el mayor trofeo es una conciencia
sin carga.
Cuando pierdan los huesos su blancura,
andaremos despacio hacia la noche.
No te asustes si está oscuro.
El calcio de las estrellas sabrá como encendernos.
de disfraces.
Pelotón de fusilamiento
en las bayonetas de Goya.
Tu ibas vestida
de soldado
de Napoleón.
Yo era el hereje
que ardía
cuando besaste
a Torquemada.
Hiedra confusa.
Cementerio de fechas,
y flores de calendario
más que mustias.
El eco de un beso
trepando por los labios del silencio.
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