CON DON DUEÑO

Una lengua exagerada explota sin medida.
El silencio no ayuda
amplificando la barbarie atronadora.
Hay unos segundos
en que el asombro es plomo y sorpresa.
Con la estética por los suelos,
el anfitrión lanza una carcajada
donde se aprecia su saludable esplendor.



En la imagen, Anthony Salerno.

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