ÚLTIMO BASTIÓN

Mi casa es una caja del color amarillo que exhala la duda.
Un castillo sin almenas ni vigía donde el miedo descansa en el felpudo.
Mi casa no tiene patria y está construida con barro y ceniza,
poderosos cimientos acostumbrados a la tempestad.
Mi casa amanece a diario con el sol de la ternura
cuando las borrascas destierran luciérnagas en las noches sin aurora.
Mi casa está en los límites de una ciudad abandonada carente de esplendor
frecuentada por pájaros que cantan sin descanso partituras de primavera.
Los días pasan veloces en el hogar, mientras afuera, el mundo,
se olvidó de conciliar aguaceros y relámpagos.
Mi casa tiene tres nombres tatuados en el buzón:
las únicas cartas que llegan, vuelan en picos de tórtolas emisarias.

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