BANDA SONORA




No había música en esas tardes de otoño,
sólo la percusión acompasada
de aquel martillo neumático y sus sacudidas.
Debimos confundir las partituras
y la melodía nos abandonó
por acordes de latidos sincronizados.
Era un tiempo precario y nos acostumbramos
a escuchar la sinfonía atronadora del silencio.
Fue la carencia de estribillo lo que nos sumió
en un territorio de intimas soledades.


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