Regresar de una lejanía pegajosa que atrapa el movimiento.
Límite y deseo, negrura desnortada que omite el delito. Ya no hay ataduras y el peso sin culpa, es un leve viento que no daña. Clamor, liturgia en declive. Cuando la maldad se enroca, la belleza se manifiesta para fundir el rigor de lo inmóvil.
Muy energética belleza que funde todo hasta hacer líquido lo inmóvil.
ResponderEliminarUn abrazo Julio. Muchas gracias.
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