Gula y desenfreno. Mesas llenas de ruido entre forzadas sonrisas.
Trámite anual, donde se pone a caldo al disidente. Después de devorar, abusaremos del alcohol ya sin costumbre, para acabar cantando villancicos delante de turistas japonesas. Descorche final. Falsa alegría cuesta abajo, que prescribe el diez de enero.
Comentarios
Publicar un comentario